viernes, 27 de agosto de 2010

La traducción de medicina es fácil ...¡y yo sin enterarme!

De cómo estropear un buen manual en pocas líneas

Que la traducción (cualquier tipo de traducción) en España no está debidamente considerada es algo que ya sabía y que muchos de nosotros, los que tenemos la suerte de poder vivir de ello, hemos notado ...en el ambiente. ¿Quién no ha lidiado alguna vez con el (futurible) cliente que menosprecia y minusvalora la traducción como trabajo a tiempo completo..."porque nuestra secretaria habla inglés y por ese precio le pido a ella que lo traduzca". O aquello tan socorrido que usan los técnicos (médicos, ingenieros, arquitectos, etc) de: ¡total si yo conozco el vocabulario técnico, no me hace falta mucho más...prefiero el libro (el programa, el artículo...) en inglés.

Pero claro cuando esta opinión, con otras palabras (y hasta con "fundamentos") la declara una persona culta, escritor como el Sr. Francisco Szigrist en su libro: "Manual de Estilo del Oncólogo Médico", editorial Nova Sidonia, pues me quedo a cuadros.

Concretamente, el sr. Szigrist, doctor en Ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Asociación Española de Periodismo Científico y de la International Science Writers Association, entre otras, en el manual antes mencionado, página 51 al hablar del lenguaje científico abre el párrafo con la siguiente afirmación:

Existen acuerdos internacionales de principios de siglo [sic. s. xx] por los que los científicos se comprometieron a adoptar para todos los países palabras convencionales y comunes que basaron su etimología en el griego y el latín. Por eso resultan sencillas las traducciones de textos de medicina, química, biología, etc.

Al menos introduce un matiz en el siguiente párrafo:

Sin embargo, en los últimos cincuenta años, la mayor parte de los descubrimientos científicos e inventos tecnológicos ha correspondido a los anglosajones, quienes han invadido el mundo con una terminología en lengua inglesa que, sin previa adaptación, se ha extendido generalmente intacta a los demás países.

O yo estoy muy susceptible, o como dirían mis hijos "éste se ha pasao tres pueblos".

Solo se me ocurren dos motivos por los que el señor Szigrist mantenga esta postura, el primero es que jamás haya traducido, o bien (la segunda opción) es que tiene un don especial para esta tarea que le permite elevarse por encima del resto de los mortales y aseverar que las traducciones de medicina, biología son sencillas. Me temo que a lo que se refiere el señor S., por favor no me pidan que escriba muchas veces su nombre que al final lo escribiré mal, es que existe un acervo común cultural de raíces grecolatinas del que proceden en número mayoritario las palabras características (marcadas científicamente) que pueden entenderse con cierta facilidad por especialistas del mismo campo de países diferentes. Hasta ahí estoy de acuerdo, al menos en parte, aunque le aconsejaría al señor Szigrist que leyera Traducción y lenguaje en Medicina, Fundación Dr. Antonio Esteve de nuestro queridísimo Fernando A. Navarro.

¿No conoce este señor los false friends (no solo existen en inglés)? ¿Y no sabe nada acerca de las diferentes adaptaciones lingüísticas que se producen sobre las palabras grecolatinas en los diferentes idiomas? A excepción de los términos taxonómicos que se mantienen en latín (y se utilizan así) en todos los países, el resto de palabras del acervo grecolatino se ha ido anglicando, castellanizando, germanizando, etc lo que origina palabras muy similares, pero en absoluto idénticas para el mismo concepto.

Traducir no es contar con una lista de palabras, más o menos extensa, y sus equivalentes en el idioma destino (si esto fuera así el éxito de la TA (Traducción Automática) estaría garantizado. Traducir implica mucho más que eso, implica adaptar culturalmente el texto del idioma original para que el lector (especialista, o no) del idioma meta capte el mismo mensaje que se lanzó. Y esto, señor mío no es sencillo. Y no lo es, con frecuencia debido a que las tan cacareadas univocidad, desambigüedad y claridad del lenguaje científico brillan por su ausencia.

Saludos cordiales

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